Es un tipo de masaje desarrollado en los años 30 por el Dr. Vodder, inicialmente orientado al tratamiento de edemas post-cirugía y en la actualidad consolidado por sus importantes beneficios estéticos.
Para entenderlo mejor: la circulación linfática es paralela a la venosa, fluyendo por finos capilares desde la parte externa de los tejidos y el espacio intercelular hasta llegar a los ganglios (depuradora) y finalmente la sangre.
Después de un masaje linfático, deberás tomar 2 litros de agua en el día, así tus riñones eliminarán las toxinas fácilmente
El fluido linfático (linfa) transporta partículas más grandes que la sangre y por ello es más denso, mas lento de transportar y fácilmente se estanca. Esta acumulación de linfa ocurre en determinadas zonas de nuestro cuerpo y se manifiesta como hinchazones de tacto blando, son los edemas linfáticos.
El drenaje manual consigue activar el funcionamiento del sistema linfático. Mediante un masaje técnico muy suave, se consigue desplazar la linfa que se encuentra estancada (edema) a lugares linfáticos sanos, después se la acompaña hasta los ganglios para que drene y finalmente vierta al torrente venoso.
La técnica manual consigue hacer desaparecer los hinchazones de acumulación o «retención de líquidos«; la zona recupera su aspecto normal de elasticidad y tersura; nos sentiremos menos pesados y nos moveremos con más facilidad, ya que a nuestros músculos les va a ser más fácil trabajar.
Contraindicaciones
Está contraindicado en cáncer no tratado, infección aguda (peligro de propagación por vía linfática), arterioesclerosis, trombosis, flebitis, tromboflebitis, insuficiencia cardíaca descompensada, varices con relieve, asma bronquial, tumores malignos, alergia aguda y patología renal.
Todas estas patologías y algunas otras pueden ser tratadas con prescripción del médico especialista.
¿Los resultados son permanentes?
Como todas las técnicas no quirúrgicas, los resultados durarán más tiempo si se sigue una dieta balanceada y se realizan ejercicios de manera regular.